culo negro y marica

Hay culos que pueden mostrarse por televisión y otros que no, hay culos que merecen ser vistos por los televidentes y otros que sería mejor que nunca se observaran ni que existieran, hay culos que son expresión de la belleza occidental y hay culos que merecen repulsión y asco.


A diario vemos culos en la televisión, en casi todos los programas, generalmente culos de mujeres; pero de vez en cuando también podemos ver el culo de un stripper (blanco), y ningún/a ministro/a sale a reclamar por estos culos que se nos ofrecen a diario.


¿Le ha llegado alguna carta notarial al Trome por el culo de las malcriadas?¿o a Perú 21, en la edición de los domingos, en donde en dos páginas nos muestran el cuerpo de una mujer como un objeto sexual?  Ninguna autoridad moral reclama que por el principio del interés superior del niño se dejen de mostrar todos los culos que abundan en televisión y en periódicos.


Pero aparece el culo de un negro marica y todas las voces saltan para que ese culo no se vuelva a ver, porque es obsceno, porque es perverso, porque es negro, porque es marica, porque no vale nada, porque es asqueroso.


Si realmente veláramos por el interés superior del niño le diríamos que existen culos de todos los colores y sabores, que existen culos diversos, diferentes, raros, que existen culos que son parte de una realidad caótica, pero realidad al fin, que existen culos grandes y pequeños, y no solo los culos de mujeres que nos hacen ver y con los cuales nos enseñan la máxima fundamental sobre el sexo: "la mujer es un culo".


La educación sexual que a diario recibimos por medio de la televisión y los periódicos nos dice qué se puede hacer y qué no se puede hacer con el cuerpo de una mujer y con el cuerpo de un hombre, nos enseña los límites de lo accesible, nos dice cómo debemos hacerlo y con quién, nos resguarda de la diferencia, de lo extraño, de lo que está más allá de lo que nos dejan ver.


La pornografía solapada de los medios son la primera institución educativa sobre lo sexual. Esta pornografía nos marca las pautas de lo posible. Es la línea fronteriza que no debemos atravesar, porque si la atravesamos, según ellos, la familia heterosexual sería destruida. Y por eso la defienden con uñas y dientes, con censuras y cartas notariales ministeriales, con gritos solapados y tapaderas de ojos.

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